En la década de los 40 del siglo XX, una pareja de enamorados vivía su romance a pesar de que el padre de ella no aprobaba su amor. Aun así, ello no fue impedimento para que los amantes siguieran viéndose.
Un día, al joven le diagnostican tuberculosis, comunicándole que le queda poco tiempo de vida. Ella desconoce el hecho y él, desde su forzoso aislamiento trata de despedirse mostrándola a ella lo importante que es.
En principio se le ocurre componerle un poema. Aunque finalmente encuentra que la mejor forma de hacerle llegar su mensaje es poniéndole música al poema.
Un amigo trovador cantaría la nueva canción en el programa de radio favorito de ella…
Atiéndeme
Quiero decirte algo
Que quizá no esperes
Doloroso tal vez
Escúchame
Que aunque me duela el alma
Yo necesito hablarte
Y así lo haré
Nosotros
Que fuimos tan sinceros
Que desde que nos vimos
Amándonos estamos
Nosotros
Que del amor hicimos
Un sol maravilloso
Romance tan divino
Nosotros que nos queremos tanto
Debemos separarnos
No me preguntes más
No es falta de cariño
Te quiero con el alma
Te juro que te adoro
Y en nombre de este amor
Y por tu bien te digo adiós…
Pienso que cuando tenemos un porque siempre podemos encontrar el cómo. Todos tenemos dentro el potencial para encontrar soluciones.
La experiencia me ha enseñado que no siempre la primera solución que nos viene a la cabeza suele ser la mejor.
Las tres fases para crear soluciones son:
1ª Concentración intensa y sostenida sobre algo relevante para nosotros
2ª Aparente olvido y tranquilidad
3ª El momento luminoso o epifanía.
Trabaja duro aunque, a veces, te parezca que no vas a llegar a ninguna solución. Después, descansa, date un paseo o escucha música permitiendo a tu cuerpo que se relaje. Cuando menos lo imagines, de la nada, aparecerán soluciones.
La clave: Estira, Relaja y Confía.
¿Cómo sueles crear soluciones?